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Los padres de Carlos están horrorizados de que su hijo haya dejado embarazada a su novia. No porque haya estado teniendo relaciones sexuales con quince años, algo que consideran parte natural del desarrollo de un chico, sino porque ellos han puesto mucho empeño en darle toda la información sobre el sexo, y él debería haber sabido usar protección.


Su enfado con su hijo queda algo atenuado por el hecho de que, hasta donde ellos saben, hacen falta dos para que haya un embarazo, y Lola es igual de responsable que Carlos. De hecho, para ellos, aún más, cuando descubren que sus padres no le han explicado nada de anticoncepción.


La familia de Carlos, más progresista, ve la situación de una forma muy diferente a la familia de Lola: ellos no quieren un matrimonio forzado en el plazo de dos años, y piensan que arruinaría la vida de ambos chicos. Ellos son proelección, y no le verían el problema a una interrupción legal del embarazo, porque la chica es menor y el feto tiene menos de tres meses.


ACTIVIDAD


UN CAMBIO EN EL VOCABULARIO TRANSFORMA NUESTRA FORMA DE VER LOS EMBARAZOS INDESEADOS. ¿TIENE DERECHO LA MUJER A DECIDIR?


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