top of page

Matías es un friki de la tecnología. Últimamente ha descubierto las cámaras de vigilancia que se conectan de forma inalámbrica con su Smartphone. Ha instalado varias fuera de su casa y en el jardín para disuadir a maleantes y ladrones, pero también ha colocado cámaras espía dentro de casa. Están camufladas como objetos cotidianos, tal como envases de cosméticos, marcos de cuadros y pequeños elementos de decoración. A su esposa, Magda, y a sus dos hijos adolescentes, Clara (17 años) y Toni (15 años), les ha hablado de las cámaras de fuera, pero no de las que ha escondido dentro.


Por su 20 aniversario de boda, la pareja se regala una escapadita de fin de semana sin los niños. Pero Matías aprovecha cada momento que está solo para revisar las cámaras secretas y ver en qué andan los chicos en casa. Una noche ve a Clara besándose con su novio en el salón, mientras Toni y sus amigos beben cerveza (sus cervezas) y fuman porros en la sala de estar.


Matías sabe que está entre la espada y la pared. Si les echa en cara a los chicos lo que ha visto, se darán cuenta de que ha estado espiándolos; es una violación de su privacidad que probablemente arruinaría su relación. Y claro, desde ese momento los chicos estarán prevenidos, y si van a hacer algo que no deben, se aseguran de que él no se entere.


ACTIVIDAD


CON UNAS POCAS CÁMARAS NADA CARAS PAREADAS CON UN SMARTPHONE O PORTÁTIL, PODEMOS MANTENER VIGILADOS NUESTROS HOGARES. ¿PERO ESTARÍAMOS CUIDANDO DE LA SEGURIDAD DE NUESTRAS FAMILIAS O ESPIANDOLAS?

bottom of page