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Mario, ahora líder de la AAP (Alianza Anti-Perros), está representando a su país en el congreso internacional sobre los perros. Unos cuantos años en el cargo han moderado su celo inicial en su objetivo de librar al país de todos los perros domésticos ( el programa de su partido). Como socio de la oposición, hasta este momento solo ha conseguido medidas simbólicas, como la prohibición de los perros en ciertos espacios públicos y la limitación del número de perros que puede tener una persona. Pero estas medidas mínimas no han hecho mucha mella en la población canina del país, e incluso son impugnadas constantemente en los tribunales.


Sus electores se están impacientando. Con elecciones a la vista el año siguiente, tiene que sacarse algo grande de la manga o tendrá que ir buscando otro empleo. En el congreso, el representante del país A se le acerca discretamente y le invita a una reunión privada. El país A está dispuesto a comprar todos los perros que Mario pueda enviarles. ¿Qué haríais con ellos?, se interesa Mario. Digamos que nuestra gente – responde el enviado extranjero – tiene gustos algo diferentes a los vuestros. Mario al principio se horroriza pero luego se obliga a ser realista. Podríamos decir que a los perros se les va a buscar un nuevo hogar en el extranjero – piensa -. No hay duda de que serán bien alimentados. Y en mi país nadie tiene por qué saberlo.


El país A es considerado una potencia hostil, pero Mario también tiene solución para eso. La iniciativa de reubicación canina podría disfrazarse como un paso adelante en las relaciones internacionales.


ACTIVIDAD


¿TIENE CABIDA LA ÉTICA EN LA POLÍTICA EN EL MUNDO REAL? HAY QUIEN AFIRMA QUE NO, SOBRE TODO EN EL CAMPO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES, DONDE LOS RIVALES PODRÍAN ESTAR ACTUANDO CON UNA ÉTICA DISTINTA (O SIN NINGUNA EN ABSOLUTO).



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